viernes, 24 de octubre de 2008

¿TÚ QUÉ CREES?

En clase de primero de bachillerato terminamos de explicar el tema “La especificidad del saber filosófico”, y hemos sabido que, desde hace muchísimos siglos, los filósofos concluyeron que ni los dioses ni los ignorantes están interesados en el conocimiento, aunque por razones bien distintas: los primeros porque ya lo saben todo y los segundos porque desconocen incluso su propia ignorancia. Así, los interesados en el saber estarían en un punto intermedio, siendo conscientes de que necesitan conocer y actuando en consecuencia.
Para satisfacer esta necesidad, intrínseca a nuestra naturaleza, los humanos han elaborado, a lo largo de la Historia, distintos tipos de discursos con los que pretendían explicar los fenómenos que acaecían a su alrededor. Estos discursos se pueden agrupar en dos grandes bloques: los míticos y los racionales.
Los discursos míticos están protagonizados por seres sobrenaturales, proyectan sobre estos seres motivaciones y experiencias de los humanos, asumen que el futuro de la humanidad está en manos de esos dioses, los dogmas que incluyen se presentan, evidentemente, sin ninguna posibilidad de duda, etc.
Los discursos racionales, por su parte, abandonan el recurso a la intervención de seres sobrenaturales, buscan explicaciones naturales a los fenómenos de la naturaleza y lo hacen mediante teorías que interrelacionan conceptos, son el resultado de la indagación racional, justifican sus afirmaciones con argumentos y se caracterizan por revisar y contrastar constantemente sus teorías.




En el vídeo anterior se presenta, de manera simplificada, estos dos tipos de discursos. En el siguiente se plantea que la duda es algo consustancial a la naturaleza humana y, en ocasiones, cuando éstas nos asaltan, hay quienes prefieren explicaciones vacías de contenido a no tener explicación. Por ello, al igual que dudamos por naturaleza también somos crédulos por la misma razón y ello explicaría porque hay gente tan supersticiosa.





Con todo lo expuesto, te pido que respondas a la pregunta que titula este post elaborando una reflexión con algunos de los temas aquí planteados. Recuerdo lo de siempre: las intervenciones cuentan para la nota.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es totalmente lógico y lo más sensato, racionalizar nuestra yo y lo que nos rodea, como materia pura y dura y, a partir de ahí, empezar a hacernos preguntas y estudiar sobre la composición y funcionamiento de la materia humana, que enferma, envejece y muere en particular, así como del resto de la materia que compone el Universo en general, intentando buscar fórmulas que permitan, en definitiva, conocerla y perfeccionarla . Pero ocurre que, en este sentido, la postura del ignorante sea quizás la más inteligente ya que se limita a vivir y punto. El sentido de la credulidad es muy humano, se da la circunstancia de que tenemos sentimientos, vivimos momentos felices y de sufrimiento, nos ilusionamos y decepcionamos, amamos y odiamos y, queriendo o sin querer nos hacen y hacemos daño a los demás, motivo por el cual escapamos de la sensatez y, no sé si por tradición, religión o qué, nos reconforta y consuela pensar que hay "algo", más que natural, que nos cuida y nos protege, y que además nos permitirá ver y abrazar a la gente que perdimos, al menos una vez más.

María N. Ruiz Ventura 1ºE

Anónimo dijo...

Sin duda alguna el hombre como animal natural, esta regido por una serie de pasiones y deseos, que a tal punto de interes llegan a crear una duda carcome al ser humano lentamente, hasta que éste encuentra una explicación logica para su duda. Durante la mayor parte de la historia se le ha dado el nombre de Dios a aquel creador de todo aquello que no podemos explicar, y aunque muchos atacan la fragilidad de este argumento, considero que es pertinente entendr el hecho de que lo vital no es Dios, lo importante es justamente la explicación de todas estas dudas, que en muchis casos puede ser Dios y en otros casos la ciencia o para otros la energía.